Tras muchos años de investigación, Jorge Orlando Melo publica ‘Historia mínima de Colombia’.
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Por: Yamid Amat
01 de abril 2018 , 02:00 a.m.
‘Historia mínima de Colombia’, de Jorge Orlando Melo, es, en palabras de Héctor Abad Faciolince, otro gran escritor, “el libro que nos hacía falta”. Y no solo por su prosa breve y precisa, sino por lo que significa como enseñanza sabia de una historia, la nuestra, que tanto desconocemos. Enseñanza absurdamente eliminada de la cátedra escolar.
Melo, licenciado en filosofía y letras, ‘master of arts’ de The University of North Carolina y con estudios de historia latinoamericana en Oxford University, anuncia que su libro será lanzado el 17 de este mes, en la Feria del Libro, y será presentado por el ministro de Salud, Alejandro Gaviria. La siguiente es la primera parte de la entrevista sobre su libro.
Su libro se inicia con la historia de la Conquista española. ¿Cómo resumiría la actitud de los españoles?
En todo grupo humano hay malos y buenos. Hubo españoles como Pedro Arias Dávila, que llegó al Darién y masacraba indígenas sin límite, a veces por crueldad, o por imponer su autoridad, o por moralismo cristiano, como cuando hacía empalar a los homosexuales. Había otros conquistadores como Quesada o como Rodrigo de Bastidas, en Santa Marta, que querían hacerse amigos de los indios y ganar su confianza, para someterlos sin que murieran muchos, porque al fin y al cabo eran los que les iban a trabajar. Tenían interés en ser buenos.
¿En general, la Conquista española fue macabra o no?
Tuvo algo terrible: redujo en forma drástica una población indígena muy numerosa, Al llegar los españoles, se calcula que había unos 4 o 5 millones de indios. Los recuentos tributarios indican que habían bajado a un poco más de un millón hacia 1560 y 80 años después, a 600. 000. Pero la mayoría murieron por las enfermedades que portaban los españoles: la viruela, el tifo, el sarampión y otras enfermedades que no tenían los indios.
¿No murieron por masacres?
Por masacres murieron muchos, sobre todo en la etapa inicial, y cuando los españoles enfrentaban tribus que no se sometían con facilidad.
¿Fueron muchas las tribus indígenas resistentes a la Conquista?
Claro. Los indios de Cartagena y de Santa Marta enfrentaron a los españoles con arcos y flechas envenenadas, y mataron a Juan de la Cosa, a Alonso de Ojeda. Los de Timaná hicieron la revuelta de la Gaitana, donde murieron muchos españoles. Los pijaos estaban en guerra en 1609. Los wayús o los del Darién todavía peleaban hacia 1800. Esas batallas enfrentaban a unos centenares o miles de indios con 50 o 100 españoles, que traían armas de fuego.
¿Qué tipo de armas tenían nuestros indígenas?
Tenían dos tipos de armas, dependiendo de las culturas: los de Bogotá tenían palos y macanas, lo más ineficiente, y dardos. En Santa Marta, en La Guajira, en Cartagena, en el Darién, en Urabá tenían arcos y flechas envenenadas.
Tenían dos tipos de armas, dependiendo de las culturas: los de Bogotá tenían palos y macanas, lo más ineficiente, y dardos
¿Los indígenas de Bogotá no usaban dardos envenenados?
No. Por eso, aquí casi no mataron a ningún español, y estos entendieron que la manera de ganarlos era negociar: apoyar caciques en conflicto con otros.
¿Está confirmado que Jiménez de Quesada fue un gran negociador?
Sí. Era un negociador, y ejecutó a uno de sus hombres porque le quitó una manta a un indio, para mostrar que iba a tratarlos bien. Pero después, cuando Sagipa, que reemplazó al zipa Tisquesusa, muerto por los españoles, no dijo dónde tenía escondidos todos sus tesoros, los españoles lo torturaron hasta que murió, y Quesada dijo que como no era cristiano, no había que tratarlo con muchos miramientos. Los negociadores se contraponen a los que prefieren el conflicto y la violencia, pero muchas veces buscan el mismo resultado: por acuerdo, seducción, engaño o violencia, importaba era someter a los indios, y se usaban todos los medios. En la historia de Colombia esta contraposición es frecuente: en 1895 o 1899, los liberales se dividieron entre pacifistas y belicistas: ambos querían tumbar al gobierno conservador, pero unos pensaban que lo mejor era hacer la guerra civil y otros, que era mejor negociar y que la guerra iba a darle más poder al Gobierno; en 1949 y 1950 esto se repitió: muchos liberales querían armar guerrillas y enfrentase al gobierno conservador, pero otros decían que era mejor desacreditar al Gobierno, abstenerse electoralmente, hacer “resistencia civil”. Y entre los partidarios del socialismo, unos querían el poder con votos y otros con las armas.
La Conquista no solo trajo a los españoles, sino a la Iglesia; desde entonces la Iglesia aparece como gran poder político en Colombia...
Sí. Porque a los españoles los movían dos cosas con fuerza: las ganas de enriquecerse y la fe: la idea de crear un imperio cristiano para convertir a los indios.
¿Qué tan buena o qué tan indebida fue la presencia de la Iglesia en la Conquista, y luego en la Colonia, y luego en la Independencia?
La Iglesia en la Conquista dio a los españoles argumentos y ánimos para justificar la guerra y la invasión, y fue por ello un factor esencial en que se dominara a los indios, pero al mismo tiempo trataba de controlar los abusos contra los indios. Pero la misma Iglesia tenía ideas que llevaban a abusos; por ejemplo, la Iglesia consideraba que había derecho a hacer guerra contra los que no dejaban enseñar la religión, y eso dio argumentos a los conquistadores. Y creía que había que castigar, incluso con la muerte, a los indios “caribes”, por comer carne humana, y a los que practicaran la homosexualidad, el “pecado nefando”.
¿Fueron muchos los curas que llegaron con los conquistadores?
Sí. A Santa María la Antigua del Darién, en 1513, llegó ya un obispo. La Conquista fue doble: el dominio militar a los indios, para ponerlos a trabajar para los españoles y el dominio religioso, para convertirlos. Algunos miembros de la Iglesia buscaron frenar los abusos, las crueldades extremas: eso fue lo que hizo fray Bartolomé de la Casas, y lo hicieron muchos curas de acá de la Nueva Granada. Después de la Independencia, el modelo de sociedad español, en el que la Iglesia y el Estado están unidos, fue criticado por los liberales. Para estos, no había que dejar a la gente en manos de los curas, que los llenan de supersticiones, y había que educarlos con maestros.
La Conquista fue doble: el dominio militar a los indios, para ponerlos a trabajar para los españoles y el dominio religioso, para convertirlos
¿Y luego?
Desde 1819 hubo una contraposición entre el ideal de sociedad regida por la Iglesia y otro ideal laico, en el que la religión se convierte en algo privado, de conciencia, pero la sociedad se rige por la ley. La Iglesia, después de los conflictos de 1851, acabó unida a los conservadores. La guerra civil de 1878 fue una guerra religiosa, porque los liberales trajeron educadores alemanes protestantes para que formaran a los maestros, y eso no se lo aguantó la Iglesia. El conflicto entre liberales y conservadores entre 1936 y 1946, que derivó en la violencia de mediados de siglo, se debió en parte al enfrentamiento entre la visión de una sociedad católica y una laica: para los promotores de la cruzada contra el liberalismo que decían que traería el comunismo y el protestantismo, no podían dárseles derechos políticos a los liberales, pues el error, decían, “no tiene derechos”.
¿La sociedad colonial fue muy jerárquica?
Sí. Esa es herencia que tenemos del dominio español: una sociedad en la cada uno es distinto a los demás y tiene derechos de acuerdo con su grupo social: los blancos, indios o negros, los vecinos de la plaza o los campesinos. El derecho dependía del color o del lugar en la jerarquía social. El esfuerzo del siglo XIX fue la idea liberal de que todos tenemos derechos iguales: los derechos del ciudadano, libertad para pensar, hablar, trabajar, etc., el derecho a elegir los gobernantes y a tener el mismo trato en la ley. Y desde 1920 empezó a surgir la idea de que hay derechos sociales que tenemos todos: a tener salarios justos, a tener educación y salud, al bienestar, a una sociedad igual no solo en lo legal. Todavía, no obstante la tradición legal, el liberalismo es superficial, y domina la idea de que uno tiene derechos según quien sea: “¿Y usted no sabe quién soy yo? Estamos muy lejos de cualquier igualdad social o económica: Colombia forma parte de los países más desiguales en ingreso o distribución de la propiedad.
¿Desde la Conquista, Colombia nunca tuvo una identidad nacional?
No, aquí no ha habido identidad nacional, tenemos un país variado, diverso, con muchas culturas. Uno reconoce a un argentino, a un mexicano, por el acento, ¿pero quién reconoce a un colombiano? Si es costeño, lo pueden confundir con un cubano y si es de Pasto, con un ecuatoriano.
¿Eso es una gran desventaja frente a otras naciones?
No me parece. La diversidad tiene grandes ventajas. El sueño de una “identidad nacional” más coherente fue el de la regeneración, el de Miguel Antonio Caro: una identidad hispánica, blanca, católica, conservadora, basada en la familia, que rechazaba los aportes de las culturas indígenas o del racionalismo europeo. Fue bueno que no se impusiera, y que seamos distintos. Observe que los colombianos se sienten orgullosos de la diversidad geográfica, social, regional, cultural, étnica.
Son dos imágenes sociales opuestas, pero que se definen por la pelea de dos personajes: Bolívar y Santander. Bolívar era un hombre de la oligarquía pura de Caracas, que hizo una gran carrera militar desde 1811; Santander era un abogado, como mucha gente en la Nueva Granada; este ya era en 1810 un país de abogados, aunque en los primeros años de conquista, en 1513, la ley decía no dejen entrar abogados, que todo lo vuelven pleitos...
Bolívar era un hombre de la oligarquía pura de Caracas, que hizo una gran carrera militar desde 1811; Santander era un abogado, como mucha gente en la Nueva Granada
¿Qué ley lo decía?
Una ley del rey de España con instrucciones a Pedrarias Dávila para gobernar el Darién. Pero nos llenamos de abogados, tanto que Bolívar decía: Quito es un convento; Caracas, un cuartel y Bogotá, una universidad. En Bogotá todos los jóvenes de buena familia querían ser abogados. Pero en esa época la ley se hacía en España, y se cumplía si los poderosos locales la creían justa. Por eso luchaban Bolívar y Santander: al comienzo ambos creían que había que independizarse para tener una sociedad de ciudadanos iguales, una república representativa, regida por la ley escrita y no por la voluntad de un monarca, y en la que los hombres de Caracas se pusieran de acuerdo con los de Cartagena, Bogotá o Popayán, para hacer la ley para todos. Bolívar, después de 15 años de guerra, se desesperó: en su opinión, los abogados hacían leyes que no dejaban actuar a los gobernantes, y menos a los militares. Y por eso propuso en 1825, en Bolivia, una Constitución distinta a la de Colombia, que se había aprobado en Cúcuta en 1821. En la propuesta de Bolívar, el presidente era vitalicio y muy poderoso y el Senado, hereditario, para que en las elecciones el voto del pueblo ignorante y al que los españoles no habían educado en los valores cívicos no eligiera demagogos.
¿Y la posición de Santander era opuesta?
Santander decía que solo si respetábamos la ley y aprendíamos a obedecerla podría crearse un país ordenado, y se opuso a la idea de Bolívar, que en 1827 buscó que en Colombia se adoptara la Constitución presidencialista y casi monarquista de Bolivia. Además, en 1821 Bolívar y Santander aceptaron un artículo de la Constitución: que no se podría cambiar en 10 años. Y Bolívar la quería cambiar en 1827. Santander acabó diciendo esos aforismos exagerados para defender la ley: “Si la ley nos trae el mal, será el mal”
Bolívar y Santander eran compañeros en la Independencia, pero luego se volvieron enemigos totales. ¿Por qué? ¿Y por qué ha sido siempre así la historia de Colombia?
(Este domingo, en EL TIEMPO, 2.ª parte de entrevista)
YAMID AMAT
Especial Para EL TIEMPO
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Tomado de;
http://www.eltiempo.com/cultura/musica-y-libros/entrevista-de-yamid-amat-a-jorge-orlando-melo-porsu-libro-historia-minima-de-colombia-199630