Hace pocos días se aprobó en último debate de la Cámara de Representantes el proyecto de ley que permite el regreso de la Historia como clase obligatoria. La noticia entusiasma, al tiempo que abre importantes espacios de reflexión de cara al momento que vive el país y al tipo de historia que se enseñaría en dicha asignatura.
El proyecto de ley fue presentado por la senadora del Partido Liberal, Viviane Morales, y recoge no sólo una exigencia manifestada durante años por parte del magisterio, sino que también aborda, de manera crítica y sustentada, los principales debates que se han dado alrededor de este tema. En este sentido, resulta importante destacar los aspectos más relevantes del proyecto, así como sus retos.
Por un lado, entre los aspectos más relevantes del proyecto propuesto por la senadora está la autonomía que tendrá la asignatura de Historia en relación con la actual clase existente de Ciencias Sociales. Adicionalmente, establece contenidos que resultan fundamentales en relación con el posconflicto, como la memoria histórica, pues entre los tres objetivos que se establecieron en el artículo 1, se plantea que esta materia debe: “Promover la formación de una memoria histórica que contribuya a la reconciliación y la paz en nuestro país”. Y más adelante plantea que: “Los estudios históricos pondrán énfasis en la memoria de las dinámicas de conflicto y paz que ha vivido la sociedad colombiana, orientados a la formación de la capacidad reflexiva sobre la convivencia, la reconciliación y el mantenimiento de una paz duradera”.
Ahora bien, este énfasis en la relación entre los contenidos y los objetivos que debe tener la nueva clase de Historia debería suprimir la Cátedra de la Paz reglamentada en mayo de 2015 y que entró en vigencia en enero de 2016. Pues durante años ante la ausencia de una clase que abordara la historia nacional, se fueron creando un importante número de cátedras que deberían contenerse de manera concreta y no transversal en la nueva asignatura.
Por otro lado, el artículo 8, del proyecto de ley, crea la Comisión Asesora del Ministerio de Educación Nacional para la enseñanza de la Historia, que será un órgano consultivo en relación con el currículo y tendrá una composición de amplios sectores del sector educativo y académico. Esta comisión es fundamental para que el currículo de una clase de Historia no se congele en el tiempo, sino que responda a las dinámicas de una realidad nacional cambiante.
Después de los ocho artículos que hacen parte del proyecto de ley, el documento presentado por la senadora liberal tiene cerca de 30 páginas, en las que justifica de manera rigurosa el porqué de la necesidad de la nueva asignatura. Entre los elementos destacados, se encuentra una mirada novedosa sobre “la Historia como memoria del conflicto para la construcción de paz”. En este apartado se incluyen conceptos novedosos como el perdón, la verdad y su relación con la justicia, así como una comprensión amplia de las formas de dicha justicia en términos de restauración.
En este orden, la noción de historia planteada en el proyecto de ley se ubica de acuerdo a las necesidades que reclama el posconflicto, en donde los estudiantes no ven la historia como algo distante, inmodificable y en donde los ciudadanos no tienen agencia, sino que los ubica como actores y responsables de la misma historia. Quedarán muchos temas por discutir sobre esta implementación en relación con las prácticas pedagógicas, los recursos didácticos que materialicen estas prácticas y, sobre todo, la responsabilidad de los docentes que no deben hacer de la enseñanza de la historia en los colegios un campo de disputa de carácter ideológico.
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.11 Oct 2017 - 9:00 PM
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Tomado de:
https://www.elespectador.com/opinion/la-historia-regresa-clases-columna-717709
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