miércoles, 14 de octubre de 2020

El Covid según Liliana Moreno Martinez


 
La foto es solo para ilustrar



https://es.123rf.com/photo_77005933_paciente-postrado-en-la-cama-tumbado-en-la-cama-de-un-hospital-recuper%C3%A1ndose-despu%C3%A9s-de-la-cirug%C3%ADa-.html

.

Lo pensé mucho e incluso desde ayer quería contarles. Pero era mejor esperar los resultados. Muchas personas no cuentan y está bien, es respetable y comprensible. Otras simplemente son reservadas. Yo creo en la importancia de acompañarme de ustedes y su energía en estos días de cuarentena absoluta y en lo importante que significa una noticia como esta para que aprendamos juntos.
Hace días yo también quería escaparme en un avión a la playa más próxima, bailar hasta que las pantorrillas se entumezcan, ver a los amigos, a la familia completa, festejar porque con humor y fiesta lograremos espantar este 2020 tan patas arriba.
Durante los días en los que nadie debía salir yo no salí. Tuve muy oficina en casa todo el tiempo posible. Casi, no salgo del encierro porque lo disfruté. Escribí un libro de cuentos y me sobró tiempo. Trabajé virtualmente en temas de formación y no me puedo quejar, aunque la crisis económica nos tocó a todos, más a unos que a otros, pero a todos.
Cuando fue prudente volví a la oficina. Tomé la mayor parte de los trayectos carro particular, pocos días taxis y contadas ocasiones bus (todos vacíos con asientos o si no me bajaba). En la oficina los protocolos del caso. Hasta que el viernes me sentí mal y pensé que era una gripa. Me tomé un antigripal y continué mi jornada. Una vez se fue el efecto me sentí pésimo, dolor de cabeza y fiebre, poquita, pero fiebre. Llámenlo corazonada. Pero no sé. Lo supe.
Desde ese momento en cama, no me bajaba la fiebre. Se mantuvo entre 38 y 39, 3 todo el fin de semana. Supe que había perdido el olfato ayer, porque usé una loción y no la olí. Me asusté. Usé el perfume más potente y tampoco. La crema de miel de abejas. Nada. Había perdido el olfato. En ese momento supe que era muy probable que mi prueba fuera positiva. Esta mañana me la hice y en efecto.
Soy narradora y es imposible no contarles. No deja de darme una sensación de impotencia, rabia y tristeza. Aunque se me alborota mi maravilloso humor negro y también esos chistes malos que mi familia y mis amigos ya conocen bien. Así que aquí estoy. Escribiendo para que algunos de ustedes me lean y me cuenten un poco de sus experiencias, aprendizajes, ideas...
Y para pedirles que por favor se cuiden, no se relajen, protejan a sus abuelos y adultos enfermos o con complicaciones de salud. Lamentablemente no depende de una sola persona sino de toda una familia, de los compañeros de trabajo y de toda una comunidad. No son tiempos fáciles, pero de esta y de otras saldremos juntos.
Mi amiga
Yaneth Chaves
dice que es mejor ser Covid-19 en octubre que en diciembre. ¿Qué opinas mi querido amigo
John Jairo Alarcón Moreno
? Le dije que enviara un helicóptero que en menos de un día los dejo listos y celebraremos en diciembre. ¿Cierto
Pompilio Sanchez
? Es el humor, ya saben, el ser humano no es nadie si no es capaz de reír. Alguien lo dijo, seguramente algún chistoso.
P.D. Que la lectura sea con ustedes. (5 de octubre de 2020)
.
Primera entrega
Esa mañana me levanté con un dolor de cabeza más parecido a una jaqueca. Gripa, pensé. De camino a la oficina pasamos por la droguería y compre un par de antigripales. Ese viernes tenía una montaña de trabajo, con el equipo comercial, la revisión de las tareas de todos los días, conversaciones sobre el presupuesto con mi equipo de docentes, la revisión de los trabajos de mis estudiantes, la preparación de una clase virtual en lectura en voz alta para el otro día y la celebración del Día del amor y la amistad. También le había prometido ir a almorzar al apartamento de mi hija, con quien hacía seis meses no nos habíamos visto, salvo un día que pasé a dejarle un encargo. Así que era un día con un gran listado de labores. Temprano llamé a Juana para decirle que mejor lo dejáramos para el sábado o para el lunes. No me gusta proyectar un día que no me alcance; aunque detesto aún más tener que decirle a mi hija que no almorzaría con ella. Lo cierto es que con ayuda de la pastilla me rindió mucho y a las 4 p.m. estábamos todos ya reunidos, con los regalos y la cerveza en el centro de la mesa.
Segunda entrega
Una vez en el sofá de mi oficina solo quería enrollarme en la cobija. Sentía tanto escalofrío que me enrosqué y ahí me quedé medio dormida. La séptima canción en la voz de Laura cantando una de Chavela Vargas me dio tristeza. El que no sabe de amores Llorona, No sabe lo que es martirio. Sabía que algo pasaba en mi cuerpo y temía lo peor. Esa noche dormí terrible. Sudé tanto que sentí que a través de mi memoria volvía a esas madrugadas con la sábana de poliéster pegada en mi espalda cuando me quedé en un hotelucho de un pueblito recóndito al sur del Departamento de Bolívar. La pesadilla era doble: el cuarto de paredes estrechas con las paredes enmugradas por cientos de manos y la sabana tragada por la colchoneta fucsia de garzas azules y mi propia cama húmeda, afiebrada, caliente. Desperté con ganas de cambiarme de camiseta, de casa, de mundo. Me El dolor de la cabeza no era el mismo de la mañana. A esa hora sentía que la cabeza era un tambor en manos de un niño sordo. Tomé agua, fui al baño y acomodé la almohada. El termómetro marcó 39,3 grados Celsius. Intenté dormir. Ay de mi Llorona, Llorona, Llorona.
Tercera entrega
El sábado y el domingo fueron tan largos que parecía una semana en un día y una noche. No supe cuándo fue un día y otro. Lo más interesante que hice, además de volar en fiebre, bajarla a punta de trapitos de agua fría, acetaminofén varias jarradas de agua y dormir, fue bañarme con agua fría en el cuarto de servicio y descubrir que había perdido el olfato por completo. Debo confesar que esto último, lo del olfato, aún no salgo de mi asombro. De hecho, aún la comida y las bebidas me saben, raro, pero logro diferenciar de un sabor dulce a uno salado, pero después de leer el mundo con mi olfato durante 44 años era tan extraño que de repente se haya ido así, sin más ni más… Fue durante el ritual después de la ducha. La loción cayó fresca sobre mis hombros, mi pecho y mi vientre. Es algo que me gusta hacer. La vainilla es uno de mis olores favoritos, y el olor a aceite de coco y a café recién colado. Me senté en el borde de la cama y me puse a llorar. Luego, como para tener más motivos, fui a los cajones a buscar el perfume más fuerte; el que en casa le llaman cariñosamente Pachulí. Nada. Froté las rodillas de niña, olí la ruana de mi abuela, corrí al jardín a sentir el olor a pasto recién cortado. Bendita memoria. Llorar me refrescó el alma aunque aumentara la congestión. ( 7 de octubre de 2020)
.
Cuarta entrega
Me preguntan cómo me siento y les juro que con otra enfermedad sería más sencillo de responder. El punto es que a veces me siento y a veces no me siento. Por la mañana puedo amanecer como un pajarito de los Montes de María y otras mañanas como una alimaña de las que tienen madrigueras en la tierra, despeinada y con la ropa pegada al cuerpo. No abandono el baño ningún día, porque como diría mi abuela, todo está en la actitud y enfermo que se baña no se ve enfermo. Sagradamente hago dos vaporizaciones al día con manzanilla y con eucalipto. Trato de tomar muchas aromáticas al día: anamú, moringa, manzanilla, jengibre, tomillo. Desayuno, almuerzo y ceno así la comida no me sepa, ni huela a nada, así no tenga apetito. Ahora mi mamá me recuerda que enfermo que come se alienta más rápido. Me tomo la temperatura continuamente. Desde ayer tengo a mano un pulsioxímetro, valioso para medir los niveles de oxigenación y pulsación. Cuando puedo escribo, cuando puedo veo series, cuando puedo leo un poco. Y luego me canso. Y luego duermo. Y converso con él, que vino a cuidarme y que fue mi enfermero y ahora está enfermo como yo. Entonces somos enfermeros y enfermos al mismo tiempo. Cómo no, si cuando me enfermé él dormía conmigo. Imposible que no terminara contagiándose, aunque por varios días tomamos las precauciones, las medidas del caso, con la ilusión de que no lo estuviera. El hecho es que ya somos dos en cama. Aislados, cuidándonos mutuamente, tomándonos la temperatura, la oxigenación, alcanzándonos las bebidas calientes, los jugos, los platos. Me preguntan como me siento y ya no sé qué decir de lo montaña rusa que es todo esto; y como ahora somos dos, no solo no sabemos muy bien como nos sentimos, la espalda de él duele en mi espalda, mis nalgas duelen en las de él, y entre los dos intentamos bajarnos la fiebre con paños de agua fría. Mañana será otro día. (10 de octubre de 2020)
.

11 de octubre. Hoy no puedo decir que me siento mucho mejor. Gracias a quienes han estado pendientes escribiéndome por aquí o a mi WhatsApp.
.
12 de octubre. Ayer me sentía mejor que hoy, y hoy me mejor que cualquiera de los otros días.
Muchas gracias por estar pendientes, seguiré cuidándome.
..
Día 12: Sigo sin fiebre y eso me hace muy feliz. Voy al baño y regreso y vuelvo cansada y eso no es tan chévere. Duermo muy bien, más de la cuenta y eso me ayuda. Como cosas sanas y ricas pero no me huele y no me sabe a nada y eso me cansa. Este virus actúa de maneras insospechadas. Cada vez mejor gracias a los cuidados y a la energía de ustedes. Por favor: cuídense y cuiden a los suyos. (Octubre 14 de 2020)
.
Tomado del facebook de
.

No hay comentarios:

Publicar un comentario